martes, 26 de octubre de 2010

No matemos el amor

Un rayo de sol,
Una gota de lluvia.
Tu, acariciando mi cuerpo, Yo, saboreando tu agua.

¡Somos briznas de hierba,
amándonos en brazos
del alba!

Una gota de rocío,
unos pómulos para a cobijarla,
un rayo de sol prisionero
de la oscuridad despechada.

Mi amor gota de rocío
se derrite cuando roza tu cara.

Mi cuerpo, gota de lluvia, Tu la tierra que absorbe asta secarla.
Mi amor… amor, si matamos el amor
con afiladas frases como navajas,
nuestros corazones llorarían su dolor
al ver su historia frustrada.
Por todas aquellas frases que se hienden
en nuestras almas como navajas
nuestro corazón lloraría de dolor
fomentado por esas afiladas palabras.

Esas cuchillas que hieren
las profundidades de nuestras almas,
esas malditas frases que envenenan y matan.
El castillo de nuestros sueños
con cimientos de caricias deseadas
en el amanecer de nuestro amor,
en arena se transformara:
¿Qué seriamos tú y yo
si el océano de nuestro viaje se esfumara?
Mi amor, no seriamos, ¡Nada!

II

Nada, sin ese mundo de besos,
Lloraríamos la sangre del desamor
Y la sequía de nuestras entrañas.
Nada, sin esa patria de caricias
Que los jinetes de nuestras manos
Por nuestros cuerpos apasionados cabalgan.

Enterremos las reyertas de doloridas palabras
Volvamos a ese tierno sol, que calienta la tierra
Haciendo fluir el agua de sus entrañas;
Esa tierra amorosa que su sed es calmada,
Naciendo es sus cuerpos la primavera floreada.

Si tú y yo, nos amamos
Nuestras almas quedarían colmadas
Nuestros cuerpos en el tren del éxtasis
Montes y praderas de nuestro aroma
Quedarían impregnadas

Espejo sin reflejo

Dónde estará ese beso
que dejarse caer quisiera
Sobre mis sienes cansadas.
Cansadas por el almacenamiento
de visiones y pensamientos mudos.

Quién dejará una simple rosa
sobre mi almohada hundida
por el peso de mi archivo
repleto de vivencias cotidianas.

Dónde se hallará esa vida
de nuestra joven primavera
donde posadas en su verde lecho
volaban en libertad
las palomas de nuestras mentes
hacia el castillo de los sueños.
Por qué tierras, errante,
Cabalgará el caballero
desterrado de nuestra verde primavera

Aquel guerrero con atuendos joviales
y espada en mano.
Espada fundida con aleaciones
de ingenuidad, pureza y gallardía.

Dónde está ese guerrero.
que derrotando al miedo,
derriba los muros de las adversidades
de la vida.

Huyendo de nuestra morada
el guerrero de nuestra juventud
quedamos en cuevas opacas y frías.

Asomándonos al espejo de nuestro interior
vemos que su reflejo nos abandonó
en esta vida solitaria y fría.

Dejad que las balas duerman bajo tierra

A los tertulianos políticos de la Noria


Programa de denuncia y entretenimiento llamado “La Noria”.
Su nombre, como la vida misma;
esa noria donde los humanos somos los cangilones
que a veces sacamos el agua amarga del pasado
y otras veces, agua limpia y constructiva para alimentar
la naturaleza humana.

Menos crispación audiovisual que inunda nuestras venas.
Menos apología partidista divulgada por el ente. ¡Que en odio
no se convierta!
Dejad que resplandezcan los colores del arco iris en libertad.
¡Dejadlos!
No asfixiéis con odio y maldad, su aliento y colores;
que no escapen de vuestras manos, esfumándose por los tejados.

¡Dejad descansar a las balas y bombas en la eternidad!
¡Que siga dormitando el olor a azufre en su averno infernal!
¡Dejad al caballo del recuerdo descansar! ¡Dejadlo… que no vuelva a galopar!
Olvidad aquel fastuoso pasado, ¡dejadlo descansar en paz!
Dejad a las balas y la pólvora fosilizadas en el olvido; que su aliento
no vuelva a cobrar forma para dejar nuevamente inundaciones
de soledad.

Dejad al fantasma del pasado descansar:
unos con los suyos, otros donde están
“Que descansen en paz
En honor a las heridas del pasado
Unos con sus familias, para poderles rezar
Otros, si no quieren moverlos respetad su voluntad
Dejad al fantasma del pasado descansar:


II

Señores, no me mataron ningún ser querido esas balas que mandaban callar
a humildes gargantas que clamaban piedad para vivir en libertad.
¡Dejad ya que el monstruo de la guerra ya oxidado, bajo tierra pueda morar!
¡Que descanse en el olvido el dolor aterrador de la orfandad!
¡Basta ya de lágrimas derramar! Mirémonos con respeto las personas, como personas, con sencillez y naturalidad, sin esos odios llenos de maldad.

¡Dejad que bajo tierra duerman las fanáticas siglas partidistas!
Que al rencor y al odio hacéis reencarnar, haciendo apología para destrucción de la humanidad.
¡No queremos más éxodos entristecidos viendo por bosques y montañas deambular!
¡Que las raíces queden en las tierras que las vieron nacer y desarrollar!
Hablarse unos con otros si miedo, sin odios, y a la misma mesa sentarnos.
Nací en la posguerra entre rencor, odio y miedo, en una villa enlutada.
Me ví envuelto en medio de aquel gigante implacable ajeno a mi voluntad.
Qué culpa hemos tenido los de mi época, para vivir con la garganta cortada,
Para que nuestras voces no pudieran en palabras transformarse.
Nos desarrollamos enmudecidos, sin poder comprender na, de na.
¡Solo el dolor dormía en el fondo de nuestros corazones con la luz apagá!
Señores, dejen descansar el sonido de las balas y bombas que tanto odio
ocasionaron.
¡Vomitad!
Entregaros más a la construcción del género humano para vivir en paz.
Poned en vuestras manos claveles y rosas y de su fragancia gozad.
No empuñéis las armas que siegan vidas dejando campos estériles
y ciudades llorando el ladrillo en soledad. ¡Basta ya… dejad el pasado dormitar!

Marchó el otoño amedrentado

Marchó a descansar el otoño horrorizado
dejando tras de sí aire de amargura y lágrimas.
Engalanado de un rojo viciado
con pólvora de odio matándose las almas.

Llegó el crudo invierno con sus heladas.
Aún siguen entre el ripio perdiendo sus vidas,
enloquecidos dejan sus corduras ancladas.

Judíos y palestinos, ¡basta ya!
deteneos, remendad las heridas,
enterrad los odios, dejad las mentes calmadas,
dejad pasar a vuestros corazones floridas
primaveras, que desde vuestro fondo os son reclamadas.

Hombres, todos sentaos
a la mesa del amor,
de su delicioso manjar comed,
que vuestro espíritu goce con candor
esa sosegada paz que os reclama.

Después de la siesta atormentada
dejad entrar en vuestro corazón la primavera
despertando sarmientos, casi en sementera,
por la sequedad devastadora de la guerra.

La tierra, madre triste y alicaída

Nuestra pura y fértil tierra,
amor de donde provenimos
hasta el día en el que seamos llamados por ella.
Cansados de andar caminos
peregrinando por el mundo,
tornamos a sus entrañas, su morada bella.

Nuestra madre, fructífera tierra,
hermosa y ardiente mujer
tambaleándose está la belleza de su karma.
¡Lagrimas de sangre! vertiendo está
su corazón lleno de dolor
por la maligna humanidad que destroza su alma.

¿Por qué rasgaron tus vestiduras
dejando tus huesos sin hojas?
El color de tus mejillas, lo ahogó la polución
originada por la codicia materialista y mezquina
de gente llena de vileza hacia la destrucción.

Marchitó el atuendo de tus huesos
alicaídas ramas tus brazos.
El aliento a pólvora se adentró en tus entrañas.
Veo rodar la justicia en el suelo
por la triste y endiosada injusticia,
atrapando la pureza con malas artimañas.

Así queda... la madre natura,
sin arco iris en su vestiduras.
Se lo arrebató la maldad de la humanidad.
Quedó árida y abatida
por los seres sin escrúpulos,
que dominan y maltratan nuestra sociedad.

El viento robó la rosa de mi cuerpo

Qué a solas me encuentro
entre las paredes vacías de mi cuerpo!

Muerto viviente, caminando
por las mareas negras de alquitrán.
Días opacos en mi deambular,
viento de faz serena y fría.
¡Devuélveme la rosa! que con tus manos
arrebataste de mi cuerpo.

¡Viento! devuélveme el perfume de sus pétalos,
para alimentar mi aliento.
Devuélveme querido viento,
la belleza que me robaste
dejándome triste cementerio.
Que los huesos de mi esqueleto
se engalanen de alegría,
desechando tristes y fríos atuendos,
y que vuelvan a la vida con ojos risueños.

¡Devuélveme mi rosa, querido viento
que prefiero sus espinas
que morir a solas en silencio!

¡Qué a solas me encuentro
entre las paredes vacías de mi cuerpo!

Viento ¡devuélveme mi rosa!
para llenar el vacío que dentro de mí siento;
porque sin amor no hay dolor
y si no hay dolor, mejor… ¡muerto!

II

¡Qué a solas me encuentro
entre las paredes vacías de mi cuerpo!

Qué triste melodía la de los cipreses,
al alba en mi camino… compañero.
¡Oh Dios!... viento, devuélveme la rosa
por la que suspiro, peno y muero

Amor de una aldeana

El amor… ¡tú eres el amor!
Amor, eres como el sol al morir
la mañana en pleno hastío
con su manto fogoso.

Insertan la chispa tus ojos
sobre mi cuerpo adormecido.
El roce de tus piernas bajo la mesa,
despierta mis sentidos;
dando paso a las caricias.

Somos tierra y arado
amor mío…
Rozando la corteza de mi piel
suscitas mis sentidos,
haciendo que el interior de mi ser
se prepare para ser amado y deseado.

Tú, mi amor
como hierro candente introduces
tu reja dentro de mi ser,
haciéndome gemir de placer y dolor,
al unísono,
hasta que la pelvis de tu vertedera
se junta con mi mullida tierra
y explotan de placer ambos cuerpos.

¿Quieres ser el gañan de mi hacienda?

El sol ha salido, Mi sueño se desvaneció

Pisando asfalto y polvo con gran enojo
en el afán de búsqueda va mi locura.
En mi delirio, sonámbulo, va mi arrojo
estremeciéndome el amor de tu frescura.

En las noches, navego en el mar de los sueños
sigo el perfume que tu estela en mí dejó.
De mi corazón los delirios se hacen dueños.
Tu caricia, en mi alma, como hierro se forjó.

Vuela mi pensamiento en la calmada noche,
huyendo de la soledad, buscando tu amor.
Atravesando lunas, soles, sin reproche,
encontrarte quisiera, para apagar mi ardor.

Sin el rocío de tus labios, vivo muriendo.
Con tu ausencia, agoniza mi débil corazón.
En la hoguera de la espera estoy ardiendo.
Asesinando está la locura a la razón.

El sol ha salido,
mi sueño se desvaneció.

Noche tras noche, el silencio me corteja.
Mis sentimientos te llaman, ¿no oyes su voz?
Tu corazón del mío cada vez se aleja más,
quedando segada mi ilusión por tu hoz.

El sol ha salido,
mi sueño se desvaneció

El desfalco hecho por los poderosos ¡Ahogándonos en el lodo y sin salida!

¡Época de mala cosecha!
Cosecha de malos vientos
para los más desfavorecidos.
El pueblo llano acorralado por los usurpadores
de sangre y sueños de esos pobres espíritus
¡que solo desean paz y pan en sus alacenas!

¡Insuficiente sustento para vivir!
El sustento, base importante, ése pilar para sostener
el peso del hogar, donde aman y sueñan los obreros.
El pan y las letras de sus hipotecas
donde mora el pueblo, ¡engendrando vida y sueños!

¡Resplandecían las flores del jardín!
Madre patria, ¿qué pasó en tu jardín?
¿Por qué unas flores irradian abundancia en sus mesas,
y a otras, más débiles, nos roban hasta la ilusión por vivir?

Flores con diversos perfumes y olores.
Diversas ideologías, creencias y condiciones.
Recibimos instrucciones de ¡la matriarca Constitución!
Donde la tolerancia para convivir estaba latente
al fin, la mala sombra y la débil humildad, convivían juntas
en concordia, tolerancia, ideología y respeto.

¿Qué pasó?¿por qué se esfumó en el camino hacia el horizonte
aquél sueño que todos juntos engendramos?
Ese sueño que vio la luz, aquel deslumbrante y hermoso día,
lleno de emotividad, esperanza y alegría.
Poder pastar en el gran prado, chacales y corderillos en concordia.
Todos, por grandes emprendedores de libertades se tenían.

Se desprendieron como lastre pesado
las puras y altruistas ideologías.
Todos impregnaban de ilusiones
las paredes de nuestras despensas vacías.

Todo falso y demagogia pura,
ilusión engañosa en nuestras mesas
ilusionados hoy, hambrientos en el mañana
que nos cocinan esos cocineros de la política depravada
¡Maldita maraña!
Vinieron las políticas gobernantes de distintas ideologías
tirándose dardos envenenados, disparados por la ballesta
de la oratoria, veneno de serpientes arpías.


II

¡Despertamos de nuestros sueños!
Tantos años creyendo en los pastores,
cuidadores de nuestras majadas.
Lo único que han hecho bien ha sido
engullir la sangre del obrero;
regocijándose de su triunfo malhechor en sus camas.
Riéndose, observan cómo con todo lo usurpado rebosan
sus cámaras.

¡Han exprimido el gran prado!
Nuestra tierra queda resquebrajada y árida.
¡Nuestra Patria! Ésa gran familia
sin fruto, la comida para sus vástagos es escasa.
¡Se la llevaron dejando la tierra fría y desquiciada!
Sin el sustento para nuestros hijos.
Impotentes y sin saliva quedan nuestras gargantas,
Solo a merced de unos cuantos carroñeros con levita
estrujando más y más nuestras almas.

Solo con la incertidumbre de ¿qué comeremos maña?
¿Con qué remendaremos los agujeros de nuestras casas?
Solo los nervios derrotan a Morfeo en las noches
de insomnio, tan largas…
Solo con la impotencia y sequía en sus gargantas.

Qué razón tenias, don Quevedo
el dinero, ¡poderoso caballero!
Hoy, las ideologías se transformaron en
¡endiosada cúspide del poder!
Endiosado mando, que se mata por el
el pueblo llano que sufre el silencio.
Sin fuerzas, sus voces las ahoga el viento.
En túneles sin salida deambulan, sin ese sustento,
solo rezan callados que les arrebaten la miseria
y siguen comiendo.

Mientras, ladrones de guante blanco
guardan lo hurtado en los paraísos fiscales.
¡De nuestra tierra marchaos!
Los poderosos, suculentos manjares en sus mesas.
Sus mentes henchidas de ocio,
juergas y maquinaciones de
cómo apretar más y más,
el cordel al cuello de la familia
llamada España.


Qué les importan sus hermanos,
que llenen o no sus estómagos.
Solo el dolor y miseria soportan sus manos
¿Por qué el sustento de nuestros cuerpos y hogares
sustraen hasta la última gota de nuestro aliento?
regocijándose del botín obtenido del pueblo
celebrando su triunfo en yates y lujosas atalayas.
¡Maldita codicia, talismán de malvados piratas!

¡Un submundo de malicia y egoísmo!
Música que sale de sus flautas, amenizando sus fiestas
de orgías y grandes placeres, en sus negras almas
despilfarrándose la sangre del obrero como plata.

¡Qué fácil es predicar ante las multitudes!
¿Dónde están aquellos, los que defendían las dignidades
humanas?

¡Qué difícil es dar trigo, cuando se tiene negra el alma!
Usureros de sangre obrera, orfebres de oro y plata
capitalistas, políticos y bancas
¡Dejaos de soberbias endiosadas!
Repartir más con el obrero las viandas
en vez de hacer populismo demagogo vuestras almas.

El dolor social me desterró de mi tierra

Señor…¡ padre mío!
¿Por qué consentiste
que me desterraran
de la tierra donde nací?
Aquellos días de amedrentada
niebla, envolviendo nuestros cuerpos,
aniquilando nuestras mentes, el miedo
capitaneado por la hipocresía, el odio y la maldad.
Bruma que asfixia nuestras almas
haciendo llorar nuestros corazones
en silencio, desgarrados por el dolor.

Contra todos ellos, mi corta edad.
Mi ingenuidad, aconsejada por mis ilusiones
y la curiosidad por el más allá de lo rural
hicieron que partiera con la cabeza gacha.
Y mi corazón lleno de tristeza, pero altivo,
con mis ojos llorosos por la carbonilla del tren,
con rumbo a lo desconocido, lleno de ingenuidad
y pureza.

Atrás dejaba los días tomados por esa corriente
ansiosa y vengativa. Ese poder endiosado
que tenía a la sociedad obrera ¡pastando y callados!
Sometidos al yugo que el obrero llevaba como esclavo.
Araban de sol a sol los gañanes las haciendas de los amos.
Los peones cavaban las viñas, hacían hoyos para plantar las nuevas
vides. Folloneaban en primavera y a principios del verano segaban trigos y cebadas. A mediados, trillaban y ablentaban.
Recogían el grano y paja para los amos, llenaban sus cámaras.
Los tenían a su merced por unos cuantos reales.
Jornales que apenas el hambre en sus cuerpos desahuciaba.

A mi corta edad, sin entender lo que pasaba, mi corazón sufría el dolor
de los míos, aunque yo no entendía nada.
Fui emigrante en mi propia patria.
El dolor de la sociedad mi corazón ahogaba.
Todos estos acontecimientos, en mi infancia un día,
de mi tierra me desterraban.

Última copa de sol de verano

Brindando con la última copa de la
vajilla de verano en nuestras manos,
percibimos el último aliento de agosto.
Ambos bebimos pausados tragos de sol veraniego.

Gozando de la madre natura,
comimos la paz que nos brindaba el lago,
con sus destellantes reflejos para nuestros ojos.
Tú y yo solos, postrados en el lecho de una hermosa roca.

Atónitos, ante el murmullo casi silencioso de la naturaleza
acompañado con las sigilosas notas musicales
de sosegados gemidos placenteros del lago.
Con la melodía musical de la brisa,
y los últimos rayos del sol del verano que,
como flechas se hendían en nuestros cuerpos,
accionando el mecanismo de nuestras excitaciones.
Desnudos, gozamos de la suavidad de nuestras pieles.

Cuantas caricias deslizándose por el tobogán de nuestros cuerpos.
Cuántos besos engendrados con suavidad,
son deshojados de la rosa de nuestro fuego
para caer en nuestra tierra mullida y sedienta
de nuestros cuerpos, culminando así la pasión.

Nuestras bocas, ardorosas y deseosas de placer,
apasionadas, van pausadamente deslizándose
hacia las vegas bajas de nuestros cuerpos.
Degustadoras de placeres ocultos,
succionadoras de miembros y partes vaginales;
con destreza, hacen navegar en los mares del placer
dejando en nuestro paladar, el sabor agridulce del
éxtasis de sus aguas.

¿Dónde está la rosa de navidad?

I
¡Volcán en erupción, mi cuerpo!
Mi frente, coronada de gotas de cristal;
por el árbol de la tristeza trepo,
con mis ilusiones dormidas en un costal.

¡Siento mi interior amordazado!
¡Mi corazón en la ciénaga de la incertidumbre!
Camino, y camino desesperado,
esperando encontrar de la ilusión su cumbre.

¡Madre, quiero encontrar la rosa!
Esa rosa de navidad que de mí se esfuma.
Cavando está en mi ser la guadaña fosa;
ahogando mis sentidos el ciprés con su bruma.

Para unos, arcas de ilusiones
reparten en este día sus majestades.
Llenan de materia sus corazones,
naufragando en los mares de las necedades.

¡Salgo en busca! ¿De qué y para qué?
En mi interior luchan los nervios audaces,
empujándole a salir de su estanque.
Por la ciudad vagando voy por sus pliegues sagaces.

Monto en la grupa de mi coche,
acompañado de la música de la radio.
Envuelto veo al día en el manto de la noche.
¡Vidas solitarias pierden la navidad a diario!
Mi ciudad vestida de ilusión.
¡Altiva y sofisticada en su altura!
Puntillas de tristeza e insatisfacción,
arrastrando van sus pliegues, perdiendo la cordura.

II
Dentro de mi urna de cristal
mis ojos van el panorama visionando.
Un grupo de rosas, ¡espectrales
jeringuillas sus vidas están aniquilando!

A través del miedo cobarde,
mi corazón sufre al ver tanta desdicha,
el llanto del día, mis ojos invade,
En este juego, sus majestades pierden ficha.

Estar enamorado es, como construir una casa

Amar y ser amado
es:
el comienzo de un hogar.
Es el beso del amor
haciendo los cimientos.


Cada mirada de ambos
es:
el techo forjado de ilusiones
cubriendo a la casa aguas
ambos desnudos
¡Frente a frente!
Son:
la chispa que enciende el fuego
del hogar.
De su pasión, esparcen el calor
fogoso al convulsionar ambos cuerpos.

Entrelazados ambos,
llenan de gozo y placer la piel
de su morada.
Amar y ser amado
es:
el desierto convertido en el más
hermoso oasis.
Amar, amar, amar…
Y ser amado
Es:
construir la casa
con materiales de ilusión, respeto
y admiración, deseo y ¡amor!





Abril del 84

LAMENTO DE MIS VERSOS

¡Oh… versos queridos!
¿Por qué me atormentáis
de no ser esparcidos?
¿Qué culpa he de tener yo
disipado sabor mío?
Más no me avasalléis,
qué si no deslumbráis hoy,
algún día seréis leídos.

¡Oh, ideas sutiles!
¿Cuándo os convertiréis
En ligeras hojas secas,
para que el veloz viento
os mude a otras tierras?

No ahoguéis mi voz
en ese mar desierto
lleno de soledades.
No me cubráis el cuerpo
en áspera melancolía.
Que si me hubiesen
en estudios pulido,
hubiera enriquecido
mi joven sabiduría.
¡Soy vuestro creador pobre!
Pobre, pero en letras al ser obrero y poeta
aun lleno de pobreza
puedo extender amor en mis versos y poemas;
poniendo en vosotros
el corazón el alma y la vida entera .


No lloréis versos míos,
No lloréis ni tengáis pena.
¡Que algún día floreceréis
arriba en la estrellas!
Volviéndose vuestras rosas de primavera,
en un aroma eterno.

jueves, 7 de octubre de 2010

Perdidas las hojas de nuestra fe, tu árbol queda desnudo y reseco

I

Señor, Tú eres la omnipotente tierra
de cuyo cuerpo entregaste a la humanidad
un hermoso árbol, cuya savia germinó en nosotros.
Jesús, ¡Hijo del Padre omnipotente!
Tú, que anduviste caminos de abrojos,
y piedras puntiagudas entre nosotros.

Tú, que comiste los manjares de los más débiles
en la mesa de las desgracias, dolor y desolación;
que los más humildes sufrieron, sufren y sufrirán.
A tus brazos van a ofrecerte sus lágrimas,
implorándote claridad y perdón en su caminar.

Jesús, tu derramada sangre germinó
en nuestras almas como hojas primaverales.
Con nuestras verdes almas, cubrimos tus ramas,
fronda de tu creación.

Mi Señor, ¿viste cómo los guardianes de tus leyes,
escritas en nuestros corazones las tergiversaron?
Mientras, llenaban sus arcas de riquezas materiales,
sustraídas junto a Roma el invasor del pueblo humilde,
dejando en sus mesas, miseria, impotencia y dolor.

Llegaste Tú como único Hijo de Dios
con nueva savia como leyes. Nuevos brotes
en el camino de la mano te siguieron.
Tuviste que demostrar con tus milagros
que eras el Hijo del Padre omnipotente.
Diste por nosotros la sangre, y tu cuerpo en rendición.
La semilla de aquella siembra, la cosecha en tus manos,
en florecer, no tardó.

Hoy, en la actualidad, siguen los pastores endiosados
de tu rebaño. Poco a poco, nos alejan de tu corazón.
La misma jerarquía que siglos atrás la vida te segó.
Vieja, o nueva jerarquía, siglo tras siglo al pueblo exprimió,
tergiversando tu doctrina, para en sus mesas comer mejor.
Así veo yo a tu árbol, las hojas de nuestras almas muriendo
al robarnos la fe en Ti, tus pastores tergiversando tus palabras
dejan la piel de tu tronco, estriada y reseca por el desamor.
Jesús, aunque pocas, aún te quedan muchas hojas de verdes primaveras.



II

Ni esa jerarquía necia de pastores, en la tierra doctrinal
¡jamás podrán con los adeptos a tu amor!
Porque Tú has sido, eres y serás, el elixir de vida para nuestros espíritus.

Cristo del Consuelo, quiero como otros muchos vivir aquella fraternidad,
que a la luz de la luna predicabas con tanta serenidad,
esa paz en tus palabras que llenaba nuestros espíritus.
Señor, que no se seque el árbol de tu doctrina.
Jesús, ¡levanta esa tez! y borra esa tristeza por nosotros.
Jamás nos borrarán la fe hacia Ti, aunque lo que predicas sea una utopía.

Te seguiremos en aquellos principios doctrinales
no romanos, donde prevalece el oro en sus basílicas,
comerciando con tu nombre y en tu nombre, los bienes
espirituales y materiales, a su antojo, haciéndonos perder
la fe en Ti, pero te prometo que jamás dejaremos de pensar
en Vos, mi Señor.

Porque Tú eres el fuego que calienta nuestros corazones,
dándonos fuerzas para seguir levantándonos de las caídas
que nos ponen los imprevistos adversos, robándonos la energía.
Eres la luz que nos alumbra el camino, en el final de nuestros días
pasando la transición, lograremos gozar la paz que nos brindas,
en los prados de tu reino, junto a Ti… ¡Cristo del Consuelo!


3 de mayo 2010
El obrero poeta